Buenas noches:
La noche tiene ese gusto que no muchos pueden probar. La noche, vivir en ella, no significa deambular hasta tarde o contemplar las estrellas sino pertenecer a un horario descifrado por malditos que no concilian el sueño o sufridos por penas urgentes.
La noche sugiere vivir mas fuerte, abordar otras alternativas y besar los filos del peligro; pero también hay buenas: la tranquilidad absoluta y la mirada de los pocos transeúntes, la sombra que no quema y el calor que es paciente. Los transeúntes parecen todos amistosos, son pocos y se necesitan de forma irreverente. La oscuridad y las luces de neón hacen que hasta una lluvia se note salvaje, que las voces sean fuertes y que todo se parezca a lo que es realmente durante el día. De noche el mar no deja de roncar insultos, lo que horas atrás era una colorida ola, en plena oscuridad no es mas que algo ruidoso, sin forma, temible y respetable. De noche no existen rumores, todo lo es, la soledad es un rival de mucho peso y el eco de los pasos se siente bien profundo, las innecesarias cosas se perciben; el ruido de los vehículos: un sonido casi inédito.
Cada somnoliento ser que en madrugada transita por las aceras, sabe que forma parte de un riguroso luto que lo envolverà y no lo dejará ir, ya no es dueño de si mismo sino que pertenece a un montón de horas que no le proporcionan claridad a sus pupilas pero si una sabidurìa a su cuerpo, atajos de la vida.
Aprender a vivir en la calle tiene mucho de vivir en la noche. Pues todos, inevitablemente y de alguna forma, transitamos por ella.
Cada dia entonces, es una noche màs, cada noche es un perfecto día sin sol.