martes, 10 de julio de 2012


Entrevista a Luis Ordoñez
                                       

                                                 Arte popular

Dibujante autodidacta y con una trayectoria de casi treinta años, su talento lo llevó a retratar a los personajes más importantes de todos los ámbitos. Es docente de tres escuelas donde trasmite la pasión de lo que él considera su don: crear caricaturas.  Admite que en cada trazo sigue buscando la perfección  y que al hacerlo le pone las mismas ganas que cuando comenzó.



-Cuando eras niño dibujabas las letras de las galletitas Canale y de grande llegaste a hacer en una hora los bocetos de diecisiete jugadores de fútbol. ¿Cómo transformaste tu hobbie en una profesión?

Dios me dio un don que por suerte es mi medio de vida. Cuando tenía 5 años copiaba  las letras de esas galletitas sin saber qué significaban; también en la escuela sucedía algo curioso: los maestros le decían a mi mamá que no me haga los dibujos, no creían que yo los hacía hasta que los dibujaba delante de ellos.
En 1986 conseguí mi primer trabajo como profesor. En ese momento me contrató el Instituto de Bachillerato Mariano Moreno,  la institución estaba en una mala situación y querían implentar un curso para mejorar esto. Ya para ese entonces trabajaba en programas exitosos como "Grandes valores del tango", "Todos  los goles", y en algunos programas de Gerardo Sofovich. A Canal 9 llegaba un promedio de 1500 cartas por mes, la gente consultaba  dónde enseñaba, pero al no tener escuela lo derivaba a otros profesionales. Luego me di cuenta que le estaba llenando las escuelas a otras personas pudiendo tener la propia; entonces surgió la posibilidad de dar clases. Me hicieron un contrato por seis meses que incluyó una importante campaña publicitaria en los medios. Me daba un poco de verguenza que se inviertiera tanto por mí, pero cuando descubrimos que rápidamente teníamos 300 inscriptos, me di cuenta que el contrato inicial me había quedado chico (ríe).

- ¿Su trayectoria rompió con el concepto de que la caricatura es un arte menor?
Siempre se creyó eso. He trabajado en programas de televisión con artistas plásticos y casi siempre era el único dibujante humorístico y había cierto desprecio cuando me tocaba participar; sin embargo, los directivos me decían que cuando dibujaba el rating subía mucho. Evidentemente la caricatura es un arte popular. No hay que olvidarse que en mi trabajo hay mucho de arte plástica; a diferencia de un retratista que copia lo que se ve, el caricaturista dibuja lo que imagina. La idea es distorsionar  las figuras al máximo tratando de mantener el parecido. Gracias a mi trabajo pude conocer y entregarles en mano mis dibujos a todas clases de personajes, desde el Nóbel, César Milstein hasta el ex presidente Raúl Alfonsin.


-Teniendo en cuenta la grilla actual de la televisión abierta. ¿Cree que hay lugar para las caricaturas?
Hace poco me invitaron a  programas como Infama o Intrusos. Actualmente el arte en los canales abiertos no es negocio, hoy causa sensación lo que es el llanto o la chica semidesnuda. Hoy no tendría un lugar en televisión abierta ya que comercialmente  no le serviría a ningún productor. Me siento cómodo con ciclos propios en cable como lo fue el programa Las Minas de Ordoñez, en el cual el televidente en unos pocos minutos podía conocer el mundo de la caricatura.


-¿Cómo influyó haber sido autodidacta para la creación de sus propias escuelas?
Cuando era chico no había nada de lo que a mi me gustaba, estaban las clásicas escuelas de bellas artes, en las cuales se enseñaba a dibujar el jarrón y la manzana. En esos lugares reinaba el desorden, era usual ver pinceles tirados y pinturas secas. Eso no me gustaba. Cuando en 1986 comencé con la docencia quería hacer algo distinto, hallar cosas que a mi me hubiera gustado encontrar. La limpieza, la pulcritud y tener gente predispuesta y que ayude a los alumnos, que los haga sentir a gusto.


-Y el éxito de tus escuelas te llevó también a enseñar a Río Negro
Así es. En 2010 el gobierno de Río Negro me contrató para dar seminarios en zonas descuidadas como Choele Choel y Los Menucos. La iniciativa surgió por intermedio de  un alumno  de esa provincia, muy fanatico mío, quien a su vez era chofer del gobernador de Rio Negro, Miguel Saiz.  Eso provocó que el subsecretario de cultura me contacte para armar seis seminarios. Recuerdo que Saiz me dijo que si lográbamos que vayan 45 o 50 personas era un éxito. ¡Fueron en total 600 alumnos! Fue un exito increíble. Estuve enseñando en Viedma, El Bolsón, Bariloche, Choele Choel,  Los Menucos y Cipolleti donde desde hace dos años tenemos una tercer sede que se suma a las escuelas de Lanús y Microcentro.
La gente del interior está muy necesitada del arte, todas las escuelas que hay son las tradicionales, nunca tuvieron una escuela bien armada.

 -¿Se puede trasmitir una determinada técnica o el talento es lo que predomina?
 La técnica se puede transmitir. En estos 26 años como docente vi como muchos alumnos que no tenian idea sobre el dibujo terminaron haciendo trabajos muy buenos. Me di cuenta que la predisposición hace en la gente cosas muy buenas. El dibujante nace pero también se hace; quizás al que tiene condiciones innatas se le facilitarán las cosas , pero aquel que no es tan virtuoso también puede aprender a dibujar. En nuestra página web publicamos dibujos de estudiantes de entre ocho y setenta años y realmente la calidad del material es increíble.
Una de las técnicas a tener en cuenta es la de observar y poder acostumbrarse a captar rasgos. La idea es trasladar al alumnado tres cosas: la práctica con la mano y el lápiz para que pueda dominar el trazo, la creatividad que proviene de la mente, y por último incluir siempre el corazón para darle sentimiento a lo que se está creando. Si podés contabilizar estas tres cosas se puede llegar a ser un excelente profesional.

-¿Existe una nueva generación de buenos dibujantes?
Sí, absolutamente.  El sesenta por ciento de los trabajadores del dibujo salieron de nuestras escuelas; desde aquí los formamos técnicamente con una posibilidad de salida laboral. En la juventud hay una capacidad tremenda de trabajo.


-El dibujante Héctor Oesterhel decía que El eternauta era su versión de Crusoe, para usted ¿qué son sus caricaturas?
(Mirando a los dibujos que adornan su oficina) Amo a todas mis caricaturas y me deleito haciéndolas, en ellas pongo todo el amor del mundo. Te podría decir que mis originales son como mis hijitos, si alguna no me salió bien no es porque no le haya puesto ganas. Me sorprende  que después de haber dibujado tanto me siga apasionando cada vez más el oficio; de hecho ninguna de las caricaturas tiene menos de treinta o cuarenta bocetos previos. Esto se debe a que soy muy perfeccionista, a pesar de que pasaron más de treinta años desde que comencé a dibujar profesionalmente, sigo buscando la perfección.



Inseparables. Ordoñez y su amigo fiel: el lápiz.